Infernario
la garganta del acordeón raspa
no hay declaración después
de que el cielo escupe a nuestro rostro
después cuando abrimos los ojos
qué importa mañana
si estamos fuera de tiempo,
el tiempo como invento con tentáculos
que intenta apretujarnos
y no dejarnos continuar con la marcha
hormigas 1-2, 1-2 se detienen
en nuestro estómago infernario
el estómago guarda orugas filantrópicas
las encapsula junto al aroma
del lúpulo con los años
aguardiente con el que se bendicen los libros
a las mujeres
y los jolgorios
somos eso: la sensación de calidez
al segundo trago, el cáliz,
el tafil que nos ayuda con
los intrusos del insomnio
con el que se manda al vacío
cada conjucación
que no es presente, ni regalo,
que es jodido, a ratos extensos
somos los reptiles que carcome el olvido
no olvido – no olvidas
ella no olvida
ustedes tampoco
tiempo a vapor, barcas a mar abierto,
nos desangra el calendario
y los ruidos de una cuchilla
que se afila en nuestra carne.
Cometa eléctrico
los senos son lunares revólver
revolverse en el mar
volver, como siempre
al sucio juego de perder todo
que los síntomas cartográficos del cuerpo
tomen el retorno al metacarpo atrofiado
al ubicuo recuerdo,
amable en los sueños de desesperación
amable y silencioso hielo seco
el que va habitando las almas
es la piel que se comen los gusanos
el destierro, las cenizas a posteriori
el cabello encriptado y fósil
las lámparas que cuando se les antoja
encienden fosforescente
o se apagan de pronto / de humor impredecible
con la frivolidad que acompleja
un cometa eléctrico aparece
trepanaciones por la tarde
para hacer que seamos mecánicos
y todo salga sobrando
porque la gravedad no hace que
choquemos nuestros labios inconclusos
ni estos huesos sonámbulos
nadie nos dice algo como:
molusco descalzo
ve por tu aventura sin sedante
derrumba los montes
con resorteras de plata
y cuéntame a tu regreso:
cómo es que funcionan los pliegues
entre sus caderas carcomidas.