Muñeca brava
A veces
mis papás se iban
la casa
enorme y silenciosa
quedaba para mí
adoraba ese momento
sentir la panza cerrada de los nervios
antes de subir a mi escenario
prender la música era
el portal de entrada al show:
mi voz estridente cantando
-cambio dolor
por libertad-
y en toda la casa el despliegue
de mi danza eufórica
-cambio heridas por un sueño
que me ayude a continuar-
mi cuerpo
queriendo imitar el suyo
sentirme igual a Natalia Oreiro
en mi propio videoclip
ensuciando el vestido blanco
contra el suelo
mientras movía los brazos
ondulando
imaginando mi pelo
como sus rulos rojos
como sus rulos fuego
(si pudiera decir
dónde es que estaba mi corazón
en ese momento
diría que lo tenía
entre las manos
y que podía mirarlo
para bailar)
después un giro
y todas mis caras
en el espejo del baño
el mundo era
solamente
esa escena
hasta que
se escuchaba el ruido del portón
el sonido del auto entrando al garage
entonces corría a limpiarme la cara
desesperada
callaba la música
prendía la tele
y hacía de cuenta
que no había
pasado nada
Mabel
Me encantaba ver la novela con vos
mientras planchabas
hablar de lo lindo que era
Santos Montealva
y de la suerte de la protagonista
de poder darle un beso
después me contabas del policía
con el que salías
que era casado
que no importaba
siempre sabías
que a la chocolatada después de la escuela
se la tomaba fría y sin azúcar
y yo también sabía
que nadie la preparaba
mejor que vos
fueron lindos tiempos aquellos
en que me mandabas
a jugarle un peso a algún número de la quiniela
(sin que mamá supiera, por favor)
y yo descubría con vos
que cada número significaba algo
si hoy le jugara un peso
al mismo viejito con lentes
pero esta vez a su misma altura
le jugaría el 22
a tu memoria
Impuesto al falso amor
Ojalá te cobraran
cada vez
que me decís te quiero
ojalá fuera como uno de esos impuestos
que te da bronca pagar
que te esperan y gritan desde arriba de la heladera
y te obligan a cruzar al rapipago cuando querías
dormir la siesta
ojalá
que cuando me digas te quiero
y sepas
que me lo decís
para que me quede
una hormiga pequeña te pique en la mano
con la que hacés todas las cosas
que la misma hormiga
se aparezca en la vereda
en la que me siento a pensarte
y la mire justo
cuando sobre su espalda
lleve una flor
y camine
Cuando el pelo pasa los hombros y se queda
Es tan triste
cuando el pelo pasa los hombros
y se queda en ese punto intermedio
que no es ni debajo de las orejas
ni debajo de los omóplatos
ni muy muy, ni tan tan
como diría la gente mayor
por eso fui a la peluquería
cuando me dijiste
que no me querías
y le conté al peluquero
que cortándome el pelo
te estaba cortando a vos
y que así volvía a ser joven
a estar en ese hermoso punto
tocando el lóbulo
de mis orejas
y que vos/
que vos no sé
porque cuando me di vuelta
el peluquero
ya había barrido tus cenizas
31
Mi último viaje en colectivo
de larga distancia
fue de treinta
y un
horas
al lado viajaba
un chico joven
como yo
con un tatuaje manga
en su brazo izquierdo
lo imaginé de niño
escondiéndose
debajo de la cama para llorar
imaginé
a sus compañeros de la primaria
tan malos
como los míos
que se le reían por flacucho
como a mí
por patética
chupa- medias
soñé agarrarlo
del brazo tatuado
decirle
yo sé que vos
ya no sabés
qué hacer en tu asiento
igual que yo
y sé que toda esta gente
está cansada de viajar
y que estamos
cansados de viajar
que estás cansado
de la vida
y de tu hermano
y de la Ciudad de Buenos Aires
pero,
¿sabés qué?
estamos juntos en esto
sí
me dijiste
sí
gritamos fuerte
golpeándonos el pecho
como gorilas
despertando a la vieja
que roncaba adelante
y por fin nos animamos
le dijimos al chofer
que el aire acondicionado
estaba fuerte
muy fuerte
que no se puede vivir así
viajar así
muertos de frío
nos encontramos
en el reclamo
en la vida
en el frío
te miré
y me miraste
supimos
que habíamos nacido
para esto
nos besamos
con lengua
ante la mirada atónita
de todos
Cuando nos desprendimos
ya estábamos en la Terminal
agarraste tu valija
y te fuiste
agarré mi valija
y me fui
Ilustración: Micaela Ezeiza (www.behance.net/ezemicaela)