Después de vendidos setecientos ejemplares de Papeles para leer en el retrete, en dos años, y haber gastado todo en Old John, me siento un enguayabado Best Seller de las cantinas bogotanas. Por eso, este Illicium Verum de la poesía colombiana, quiere agradecer a toda la gente que se encartó con el libro y a la que no.
Les dejo este pequeño poemario para que lo descarguen, lo lean, lo compartan, lo pirateen… para que hagan lo que quieran. El único problema es que si no les gusta no podrá probar las mieles del fuego ni ser utilizado en caso de que se les acabe el papel higiénico: el verdadero destino de un libro de poesía.
***
DISTANCIAMIENTO
Te amo así: lejos
Sepultada en el olvido
Porque la poesía
Siempre le quedó grande
A tu corazón tan estrecho
Y créeme
No existe
Otro remedio
Para la muerte.
ENVÍO
A Luis Ernesto Valencia
Tiene diez años
y se pregunta:
¿Cuántas veces
junto al planeta
habré dado vuelta al sol?
Y se marea
de sólo pensarlo.
DOMINGOS EN MI BARRIO
El sol broncea el pavimento.
Medio día.
Soy un ladrillo.
Vivir es delicioso
cuando es más fácil y probable estar muerto.
Mirar el cielo y sus palomas
y los perros en el piso escarbando la basura.
Me gustan los domingos,
los partidos de microfútbol con sus goles y groserías.
Las parejas inofensivas que como yo
se olvidan de la muerte besándose en el parque.
Me gustan tanto
que en su honor
amigos —pues de todos soy amigo—
escribiré mi epitafio:
Aquí yace
el que no creyó que iba a morir
y apostó todo en su vida por ello.
Ahora,
pueden cobrarle.
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