Al final del día me empujo
Desde el vértice turbio de otras voces
Hacia el fondo
Y anido en la estrechez de su vientre
Como un hijo
Esperando el diluir del tiempo
Me hundí, esta vez
En vino blanco
Me bebí en su medianoche
hasta la última gota
Pero no me remedió las ausencias
Ni me quitó la pesadez
Enferma que viste la angustia
Entonces me hundí más
Me hundí furiosa en la oscuridad
Descanse en esa desmesura
Que me tranquilizaba, que me ubicaba
En el lugar justo de la orfandad
sucia de alcohol y tabaco
Me ardía el estómago, los ojos
La vida.
Pero después del caer de las horas
Del llanto lavado al amanecer
Pude diluirme al final del laberinto y
Fluir fuera del hueco
Para poder tejer en los despueses
mi libertad