David Bowie
La sirena que anuncia la tempestad del amor, las cinco cuerdas con las que doblamos y perdimos el mundo, también nos recuerdan la resurrección de las estrellas, el viejo niño que oprime el botón rojo y estalla cuando encendemos la radio.
Es la escalera final, aquella por la que descendemos hasta llegar a las nieves perpetuas que sostienen el cielo: una quemadura de palabras andróginas, el látigo sideral con el que venimos marcados desde el comienzo.
Del libro Diabolus in música (Inédito)